27 septiembre 2005

Inauguración

Esta página, subsidiaria de esta otra, tiene una intención un tanto desprolija: registrar sin demasiado método ni cronología mis impresiones sobre los libros que vaya leyendo. No tiene, entonces, demasiado interés "bloguero"; si se entiende por "bloguero" esa curiosidad malsana por saber algo de otros que no conocemos, o esa curiosidad (esta sí sana) por aprender de las opiniones y comentarios de quienes les hemos concedido nuestro respeto y credibilidad.
Sin embargo, para algún eventual lector, conviene apuntar algunas advertencias.
1. Las lecturas a las que estoy acostumbrado (y no creo que cambie a esta altura de mi vida) son eminentemente desprolijas, es decir, paso sin solución de continuidad de novelas a ensayos filosóficos, de obras de teatro a ficciones políticas, etcétera, etcétera. Por supuesto que nada es casual por lo que cada lectura tiene algún punto de contacto (tenue a veces, más evidente otras) con el anterior y el subsiguiente.
2. Leo cualquier cosa, sin importar autor, nacionalidad, posición filosófica. Como es evidente, yo sí tengo una postura bien definida en estos tópicos y, como el lector en cierta manera construye lo que lee, mis comentarios partirán desde esa base y los libros los leo bajo ese cristal.
3. Evitaré comentarios sobre dos clases de lecturas: a. las vinculadas a mi profesión (que, en algunos -poquísimos- casos pueden tener interés general, pero no quiero "caer en la tentación" de desmadrar la idea original de este blog; b. los libros de poesía. Son motivo y ocasión de Cuaderna, por lo cual reseñarlos aquí sería tautológico. Aunque a esta excepción le cabe una excepción: cuando el libro de poesía lo lea como una integridad, con un único sentido (hay libros que son así: sin contar los obvios como, por ejemplo, el Martín Fierro o la Divina Comedia, hay otros libros poéticos que tienen una sustancia medular que lo unifica, como si fuera una novela).
Sentadas estas advertencia, de aquí en adelante, eventual lector, sométete a lo que venga.