29 septiembre 2005

Una histora de la lectura (Alberto Manguel)

No es casualidad que empiece con este libro. De hecho, la idea me surgió a raíz de su lectura. Es más, el nombre de esta página lo saqué de él (la palabra viene de Richard de Bury, que cuando terminó de escribir su libro explicó que “como su tema principal es el amor a los libros, hemos decidido, a la manera de los romanos antiguos, bautizarlo cariñosamente con una palabra griega Philoblon”).
El autor es, de por sí, un personaje. Un judío argentino–canadiense que vive actualmente en una pequeña aldea de Francia y cuya iniciación literaria la signaron las lecturas que Borges le encomendaba, ya ciego.
Una historia de la lectura es un buen libro. Y punto. Nada más.
Tiene un gran comienzo y un gran final. Pero en el medio de pierde, se diluye. Los capítulos son largas descripciones de personajes o situaciones que, supuestamente, llevan a alguna conclusión. Y es así, pero la consabida conclusión se apura al final del capítulo, en dos o tres párrafos mal masticados.
Pero vale la pena.
En primer lugar, porque para los amantes de la lectura el tema es especialmente original y atrayente: la historia de los lectores. Una historia que es a la vez cronológica y vivencial.
En segundo lugar porque el libro parece tener una encomiable tarea de investigación de fuentes, de extracción de datos interesantes, curiosos y divertidos.
Si tiene tiempo, léalo.